Nuestra historia sucedió hace mucho tiempo, en una pequeña aldea del sur de la calurosa África.
Este lugar era maravilloso y tan difícil de explicar, que aquellos que lo veían por primera vez no sabían cómo describirlo.
Los atardeceres eran hermosos, todo absolutamente todo, se teñía de un color anaranjado y por un instante, querían que el tiempo no pasase para no dejar de observar nunca aquella imagen. Multitud de animales espectaculares transitaban por aquellas tierras, la escasa agua que recorría el caudal de los ríos producía un sonido melódico y la suave brisa del aire te rodeaba como un caluroso abrazo.
Esta hermosa y maravillosa aldea estaba formada por unas pequeñas cabañas, construidas con palos piedras y barro, que servían de refugio para cada una de las familias de aquel hermoso y tranquilo lugar.
Aquí vivía el pequeño Dembo. Éste era el hijo del rey de aquel poblado llamado, Aamorí. Atalai, el rey, estaba muy enfermo y a los pocos meses del nacimiento de Dembo, murió.
Antes de morir, hizo prometer a su esposa que prepararía a Dembo para que fuera un buen rey. Su bella mujer, Yumma, así lo hizo y le prometió que su hijo sería un rey ejemplar para la aldea.
Pasaron bastantes años y una mañana la reina Yumma decidió hablar con su hijo sobre su futuro y su labor al frente del poblado.
La reina le explicó que todos los anteriores reyes del pueblo, habían tenido que realizar tres viajes antes de ser nombrados como tal. De estos tres viajes habían traído algo especial para demostrar que verdaderamente habían estado en tres lugares totalmente diferentes. Por lo que él para poder convertirse en el futuro rey de Aamorí, debería realizar también este viaje. Y además debería volver con los tres objetos, no importaba que objetos fueran pero tenían que tener algo especial. Así de esta manera demostraría que estaba preparado para ser un buen rey, tal y como quería su padre.
Transcurridos varios meses nuestro amigo, cogió lo necesario y comenzó su viaje. Estuvo todo el día y toda la tarde caminando sin descanso. Sin lugar donde dormir paso la noche a la intemperie y a la mañana siguiente, cuando estaba empezando a amanecer comenzó de nuevo su camino.
Así pasaron días, semanas, incluso meses en los que Dembo caminó y caminó en busca del primer lugar. Hasta que llego a un poblado llamado Osisa, en el que todos sus habitantes llevaban un montón de pendientes de oro por todo el cuerpo, anillos, collares y pulseras.
En este lugar estuvo unas cuantas semanas viviendo con una familia, que tras contarle el motivo por que había llegado allí, le acogió en su casa a cambio de que todas las noches les relatara alguna historia de su tierra.
En esta casa vivía Sahaira, una joven y bella chica en la que Dembo se había fijado desde el primer día, pero nunca se decidía a hablar con ella.
Durante el día Dembo se dedicaba a pasear por el poblado en busca del objeto más maravilloso que hubiera en ese lugar, para poder llevárselo a su aldea. Pero nunca encontraba algo que le llamara verdaderamente la atención. Hasta que un día se fijo y vio como una anciana estaba cosiendo un maravilloso y hermoso traje para una de sus nietas.
Como no encontraba ningún objeto fascinante, decidió que el objeto que se llevaría de ese poblado sería un traje. Pero no un traje cualquiera, sino un traje tejido con oro, ya que la mayoría de la gente de allí trabaja en unas minas de oro. Y así además de llevarlo como prueba de su estancia allí, podría regalárselo a su futura esposa.
Una vez estuvo terminado el traje, que era tan dorado como el sol, emprendió su viaje. Antes de su partida, decidió hablar con Sahaira y contarle lo que sentía por ella. Nuestro amigo Dembo se había enamorado.
Sahaira le dijo a Dembo que ella también estaba enamorada de él, pero que no le podía acompañar en su viaje. Si cuando cumpliera su misión y hubiese conseguido los otros dos objetos que le faltaban y si aún seguía enamorado de ella, regresara a buscarla que ella le estaría esperando.
Pero Sahaira le puso una condición. Para demostrarla que había estado pensando en ella durante su viaje, debería traerla un pedazo de piel de todos los animales que se fuera encontrando por el camino. Dembo acepto y con mucha tristeza, se despidió de ella y se fue.
Tras mucho y mucho andar llegó hasta el segundo pueblo, Alika. En este lugar los habitantes también tenían el cuerpo lleno de pendientes, pulseras, collares y anillos, pero en este caso estaban hechos de Plata.
Como en Alika tampoco encontró ningún objeto que le llamara demasiado la atención, mandó fabricar otro traje pero este debía ser tan plateado como la luna. Este vestido era incluso más bonito que el primero. El traje tardó poco en fabricarse, así que su estancia allí fue muy corta.
Tiempo después llegó a Leiza, el tercer y último lugar al que acudió Dembo. En este caso los pendientes, pulseras, anillos y collares estaban recubiertos de diamantes. Así que nuestro príncipe decidió que como objeto de ese lugar se llevaría un traje. Un traje que fuera tan brillante, tan brillante, como las estrellas.
Pero en este último pueblo no solo mando tejer el vestido tan brillante como las estrellas, si no que pidió que con todas las pieles que había ido consiguiendo durante su viaje, crearan un abrigo. Un maravillo y fantástico abrigo.
Nuestro amigo Dembo había conseguido ya los tres objetos que le permitirían que se convirtiera en el rey de Aamorí, su aldea. Así que emprendió su viaje de regreso a casa.
Pero antes tenían que volver a Osisa, la aldea en la que había conocido a Sahaira y a la que le había prometido que regresaría a verla, una vez que encontrara todos sus objetos.
Cuando llego al pueblo de su enamorada, ésta se emociono y comenzó a llorar de la alegría, al verle. Pensaba que Dembo después de tanto tiempo habría conocido a otra chica y se habría olvidado de ella.
Pero mayor fue su sorpresa cuando Dembo le entrego el abrigo que había mandado crear con toda las clases de pieles que había conseguido. Pieles que Sahaira le había pedido como muestra del amor que sentía hacia ella.
Sahaira acepto la petición de Dembo de irse con él a Aamorí, para casarse y ayudarle en su labor como futuro rey. Así que de esta manera los dos partieron rumbo hacia la aldea de nuestro amigo.
Cuando llegaron todos se sorprendieron mucho por la compañía que traía su príncipe y comenzaron a hacerle preguntas sobre su aventura. Dembo decidió juntarles a todos y relatarles, las experiencias que había vivido. Les contó todo lo que le había sucedido, como había conocido a Sahaira y como había conseguido todos los objetos.
Una vez que termino de contar su viaje saco de la bolsa que llevaba, los tres trajes que había traído en representación de los tres lugares en los que había estado.
Así les enseño el vestido tan dorado como el sol, el vestido tan plateado como la luna y el vestido tan brillante como las estrellas. Cuando la gente los vio se quedó asombrado por tanta belleza.
Como había conseguido, al igual que sus antepasados, realizar con éxito su viaje. Dembo ya estaba preparado para convertirse en el rey de Aamorí.
Unos meses después de su llegada, fue nombrado rey y se casó con Sahaira.
Perfecto.
ResponderEliminar